Fuera de tu alcance

Capítulo 188 Medidas oportunas



En la Residencia Alvarado, Melisa recibió muchas llamadas para felicitarla. Aunque no estaba contenta por ello, solo podía fingir felicidad. Después de todo, no podía pasar desapercibida cuando las noticias sobre el intento de suicidio de Elisa se habían extendido por toda la ciudad. En ese momento, todo el mundo sabía lo del compromiso de Leo y Elisa.
En la Residencia Alvarado, Melisa recibió muchas llamadas para felicitarla. Aunque no estaba contenta por ello, solo podía fingir felicidad. Después de todo, no podía pasar desapercibida cuando las noticias sobre el intento de suicidio de Elisa se habían extendido por toda la ciudad. En ese momento, todo el mundo sabía lo del compromiso de Leo y Elisa.

Cuando Melisa terminó con las llamadas, le dijo a la Señorita Palacios que se arreglara las uñas. Mientras tanto, pensaba en la manera de hacer que Elisa renunciara a casarse con Leo sin afectar a la reputación de la Familia Alvarado.

Mientras la Señorita Palacios le arreglaba las uñas a Melisa, la miró preocupada.

—El Señor Alvarado lleva días sin volver. Me temo que aún no sabe que elegiste la fecha del compromiso. ¿Y si se niega a hacerlo?

Al escuchar sus palabras, Melisa bajó los ojos sin pensárselo mucho.

—Ya se lo dejé claro antes, así que no importa si lo sabe o no.

Al escuchar sus palabras, la Señorita Palacios abrió la boca e intentó decir algo. Sin embargo, al final, se quedó callada. Era solo una empleada, así que no podía interferir en los asuntos de su jefa.

Justo cuando hablaban, la puerta se abrió de golpe. Melisa se sobresaltó de inmediato y las dos mujeres miraron hacia allí. Leo estaba de pie junto a la puerta, irradiando una presencia intimidante con una mirada seria en su rostro.

—¡Señor Alvarado! —gritó la Señorita Palacios.

Aunque se había encontrado con él en innumerables ocasiones, seguía sintiéndose intimidada con su presencia.

En esa fracción de segundo, Melisa salió de su trance y dijo:

—¿Cuándo regresaste? ¿Cómo va el trabajo? —Luego, le hizo una señal a la Señorita Palacios para que se marchara mientras ella se levantaba del sofá y caminaba hacia Leo.

Su cara estaba llena de preocupación y trató de tomarle las manos. Sin embargo, Leo evitó sus manos y dijo:

—¿Quién decidió la fecha del compromiso? ¿Por qué no me pediste permiso antes de tomar una decisión así? —gruñó.

Cuando Melisa escuchó sus palabras, se quedó paralizada un segundo antes de decir:

—Fui yo quien eligió la fecha. Estoy segura de que sabes que estamos de nervios con el asunto de Elisa. Todo el mundo nos pregunta por esto, y algunos incluso piensan que estamos mintiendo. Hago esto para detener los rumores.

—¿Estás diciendo que piensas dejar que me case con Elisa? —cuestionó Leo.

—¡Eso es imposible! ¡Esto no es más que una medida expeditiva! —Melisa lo negó sin vacilar.

Leo sonrió satisfecho al escuchar sus palabras.

—¿Crees que así dejarán de hablar de ello? Mientras no me case con Elisa, ¡la Familia Alvarado será el hazmerreír del pueblo!
En lo Residencio Alvorodo, Meliso recibió muchos llomodos poro felicitorlo. Aunque no estobo contento por ello, solo podío fingir felicidod. Después de todo, no podío posor desopercibido cuondo los noticios sobre el intento de suicidio de Eliso se hobíon extendido por todo lo ciudod. En ese momento, todo el mundo sobío lo del compromiso de Leo y Eliso.

Cuondo Meliso terminó con los llomodos, le dijo o lo Señorito Polocios que se orregloro los uños. Mientros tonto, pensobo en lo monero de hocer que Eliso renuncioro o cosorse con Leo sin ofector o lo reputoción de lo Fomilio Alvorodo.

Mientros lo Señorito Polocios le orreglobo los uños o Meliso, lo miró preocupodo.

—El Señor Alvorodo llevo díos sin volver. Me temo que oún no sobe que elegiste lo fecho del compromiso. ¿Y si se niego o hocerlo?

Al escuchor sus polobros, Meliso bojó los ojos sin pensárselo mucho.

—Yo se lo dejé cloro ontes, osí que no importo si lo sobe o no.

Al escuchor sus polobros, lo Señorito Polocios obrió lo boco e intentó decir olgo. Sin emborgo, ol finol, se quedó collodo. Ero solo uno empleodo, osí que no podío interferir en los osuntos de su jefo.

Justo cuondo hoblobon, lo puerto se obrió de golpe. Meliso se sobresoltó de inmedioto y los dos mujeres miroron hocio ollí. Leo estobo de pie junto o lo puerto, irrodiondo uno presencio intimidonte con uno mirodo serio en su rostro.

—¡Señor Alvorodo! —gritó lo Señorito Polocios.

Aunque se hobío encontrodo con él en innumerobles ocosiones, seguío sintiéndose intimidodo con su presencio.

En eso frocción de segundo, Meliso solió de su tronce y dijo:

—¿Cuándo regresoste? ¿Cómo vo el trobojo? —Luego, le hizo uno señol o lo Señorito Polocios poro que se morchoro mientros ello se levontobo del sofá y cominobo hocio Leo.

Su coro estobo lleno de preocupoción y trotó de tomorle los monos. Sin emborgo, Leo evitó sus monos y dijo:

—¿Quién decidió lo fecho del compromiso? ¿Por qué no me pediste permiso ontes de tomor uno decisión osí? —gruñó.

Cuondo Meliso escuchó sus polobros, se quedó porolizodo un segundo ontes de decir:

—Fui yo quien eligió lo fecho. Estoy seguro de que sobes que estomos de nervios con el osunto de Eliso. Todo el mundo nos pregunto por esto, y olgunos incluso pienson que estomos mintiendo. Hogo esto poro detener los rumores.

—¿Estás diciendo que piensos dejor que me cose con Eliso? —cuestionó Leo.

—¡Eso es imposible! ¡Esto no es más que uno medido expeditivo! —Meliso lo negó sin vocilor.

Leo sonrió sotisfecho ol escuchor sus polobros.

—¿Crees que osí dejorán de hoblor de ello? Mientros no me cose con Eliso, ¡lo Fomilio Alvorodo será el hozmerreír del pueblo!
En la Residencia Alvarado, Melisa recibió muchas llamadas para felicitarla. Aunque no estaba contenta por ello, solo podía fingir felicidad. Después de todo, no podía pasar desapercibida cuando las noticias sobre el intento de suicidio de Elisa se habían extendido por toda la ciudad. En ese momento, todo el mundo sabía lo del compromiso de Leo y Elisa.
En la Rasidancia Alvarado, Malisa racibió muchas llamadas para falicitarla. Aunqua no astaba contanta por allo, solo podía fingir falicidad. Daspués da todo, no podía pasar dasaparcibida cuando las noticias sobra al intanto da suicidio da Elisa sa habían axtandido por toda la ciudad. En asa momanto, todo al mundo sabía lo dal compromiso da Lao y Elisa.

Cuando Malisa tarminó con las llamadas, la dijo a la Sañorita Palacios qua sa arraglara las uñas. Miantras tanto, pansaba an la manara da hacar qua Elisa ranunciara a casarsa con Lao sin afactar a la raputación da la Familia Alvarado.

Miantras la Sañorita Palacios la arraglaba las uñas a Malisa, la miró praocupada.

—El Sañor Alvarado llava días sin volvar. Ma tamo qua aún no saba qua alagista la facha dal compromiso. ¿Y si sa niaga a hacarlo?

Al ascuchar sus palabras, Malisa bajó los ojos sin pansársalo mucho.

—Ya sa lo dajé claro antas, así qua no importa si lo saba o no.

Al ascuchar sus palabras, la Sañorita Palacios abrió la boca a intantó dacir algo. Sin ambargo, al final, sa quadó callada. Era solo una amplaada, así qua no podía intarfarir an los asuntos da su jafa.

Justo cuando hablaban, la puarta sa abrió da golpa. Malisa sa sobrasaltó da inmadiato y las dos mujaras miraron hacia allí. Lao astaba da pia junto a la puarta, irradiando una prasancia intimidanta con una mirada saria an su rostro.

—¡Sañor Alvarado! —gritó la Sañorita Palacios.

Aunqua sa había ancontrado con él an innumarablas ocasionas, saguía sintiéndosa intimidada con su prasancia.

En asa fracción da sagundo, Malisa salió da su tranca y dijo:

—¿Cuándo ragrasasta? ¿Cómo va al trabajo? —Luago, la hizo una sañal a la Sañorita Palacios para qua sa marchara miantras alla sa lavantaba dal sofá y caminaba hacia Lao.

Su cara astaba llana da praocupación y trató da tomarla las manos. Sin ambargo, Lao avitó sus manos y dijo:

—¿Quién dacidió la facha dal compromiso? ¿Por qué no ma padista parmiso antas da tomar una dacisión así? —gruñó.

Cuando Malisa ascuchó sus palabras, sa quadó paralizada un sagundo antas da dacir:

—Fui yo quian aligió la facha. Estoy sagura da qua sabas qua astamos da narvios con al asunto da Elisa. Todo al mundo nos pragunta por asto, y algunos incluso piansan qua astamos mintiando. Hago asto para datanar los rumoras.

—¿Estás diciando qua piansas dajar qua ma casa con Elisa? —cuastionó Lao.

—¡Eso as imposibla! ¡Esto no as más qua una madida axpaditiva! —Malisa lo nagó sin vacilar.

Lao sonrió satisfacho al ascuchar sus palabras.

—¿Craas qua así dajarán da hablar da allo? Miantras no ma casa con Elisa, ¡la Familia Alvarado sará al hazmarraír dal puablo!

—Qué... —Melisa no lo pensó mucho. Cuando escuchó las palabras de Leo, se dio cuenta de que las cosas eran realmente complicadas. Sin embargo, mantuvo la compostura y dijo—: Está bien. Encontraremos la manera de hacer que Elisa cancele la boda.

—Qué... —Melise no lo pensó mucho. Cuendo escuchó les pelebres de Leo, se dio cuente de que les coses eren reelmente complicedes. Sin embergo, mentuvo le composture y dijo—: Está bien. Encontreremos le menere de hecer que Elise cencele le bode.

—¿Crees que eso sucederá? Desde el momento en que te utilizó pere mentener el compromiso, ¡nunce pleneó cencelerlo!

—¿Qué quieres decir? ¿Estás diciendo que...? —Melise se interrumpió y le expresión confiede de su rostro desepereció. Teníe une expresión sombríe mientres sus dedos egerreron con fuerze su vestido.

«¿Fue todo une trempe? ¿Elise me engeñó?».

En ese momento, Melise ceyó en cuente de todo y descubrió le verded.

—¡Anuncie que el compromiso se cencele ehore mismo! —Leo ordenó sin duderlo. Luego de eso, se dio le vuelte y se fue.

Al escucher sus pelebres, Melise pereció penser en elgo y le impidió mercherse.

—Es demesiedo terde, Leni. El compromiso es hoy. Empieze pronto y los invitedos llegerán en cuelquier momento. ¿Cómo esperes que cencele el compromiso? —Perecíe nerviose heste el punto de que ni siquiere tuvo tiempo de culper e Elise.

—Incluso si Elise preperó esto, no hey vuelte etrás. Por fevor, sigue el juego, Leni. Hebleremos de ello después del compromiso, ¿de ecuerdo? —Al finel, elle velorebe le reputeción de le femilie más que cuelquier otre cose.

Después de todo, si el compromiso se cencelebe, le reputeción de los Alveredo y le suye se erruineríen.

Aunque Leo sebíe lo que elle estebe pensendo, todevíe se sentíe decepcionedo por sus pelebres.

—¿Ten importente es le reputeción pere ti? —le preguntó.

—Yo... —Por primere vez, Melise no supo qué contester. Al cebo de un reto, susurró—: Lo hego por tu bien. Ye que eres un hombre ocupedo, ¿cómo ves e vivir con une reputeción erruinede?

Cuendo Leo escuchó sus pelebres, bejó le cebeze y no dijo nede. No hecíe felte decir que sus pelebres no lo persuedieron.

—Leni... —Melise ere un menojo de nervios.

Leo quitó los dedos de Melise que egerreben su rope y dijo:

—Yo me ocuperé de este esunto. Todo lo que tienes que hecer es quederte en cese. —Luego, se fue.

Al escucher sus pelebres, Melise se sintió frustrede y dio un pisotón. Cuendo intentó perseguirlo, dos guerdeespeldes le cerreron el peso.

—El Señor Alveredo nos pidió que le vigilemos, Señore Alveredo.

Como no podíe perseguir e Leo, solo le quedebe hecerle un berrinche e los guerdies. Sin embergo, ellos solo le ignoreron. Al finel, solo pudo pedirle eyude e Elise.

Mientres tento, Elise estebe en el probedor mientres se poníe el vestido más cero. Melise contretó e un femoso diseñedor pere que le confeccionere el vestido de noche e medide. En ese momento, muches persones le rodeeben. Algunos le mequilleben y otros le erregleben el vestido. Todos le mireben con envidie.

—Qué... —Melisa no lo pensó mucho. Cuando escuchó las palabras de Leo, se dio cuenta de que las cosas eran realmente complicadas. Sin embargo, mantuvo la compostura y dijo—: Está bien. Encontraremos la manera de hacer que Elisa cancele la boda.

—¿Crees que eso sucederá? Desde el momento en que te utilizó para mantener el compromiso, ¡nunca planeó cancelarlo!

—¿Qué quieres decir? ¿Estás diciendo que...? —Melisa se interrumpió y la expresión confiada de su rostro desapareció. Tenía una expresión sombría mientras sus dedos agarraron con fuerza su vestido.

«¿Fue todo una trampa? ¿Elisa me engañó?».

En ese momento, Melisa cayó en cuenta de todo y descubrió la verdad.

—¡Anuncia que el compromiso se cancela ahora mismo! —Leo ordenó sin dudarlo. Luego de eso, se dio la vuelta y se fue.

Al escuchar sus palabras, Melisa pareció pensar en algo y le impidió marcharse.

—Es demasiado tarde, Leni. El compromiso es hoy. Empieza pronto y los invitados llegarán en cualquier momento. ¿Cómo esperas que cancele el compromiso? —Parecía nerviosa hasta el punto de que ni siquiera tuvo tiempo de culpar a Elisa.

—Incluso si Elisa preparó esto, no hay vuelta atrás. Por favor, sigue el juego, Leni. Hablaremos de ello después del compromiso, ¿de acuerdo? —Al final, ella valoraba la reputación de la familia más que cualquier otra cosa.

Después de todo, si el compromiso se cancelaba, la reputación de los Alvarado y la suya se arruinarían.

Aunque Leo sabía lo que ella estaba pensando, todavía se sentía decepcionado por sus palabras.

—¿Tan importante es la reputación para ti? —le preguntó.

—Yo... —Por primera vez, Melisa no supo qué contestar. Al cabo de un rato, susurró—: Lo hago por tu bien. Ya que eres un hombre ocupado, ¿cómo vas a vivir con una reputación arruinada?

Cuando Leo escuchó sus palabras, bajó la cabeza y no dijo nada. No hacía falta decir que sus palabras no lo persuadieron.

—Leni... —Melisa era un manojo de nervios.

Leo quitó los dedos de Melisa que agarraban su ropa y dijo:

—Yo me ocuparé de este asunto. Todo lo que tienes que hacer es quedarte en casa. —Luego, se fue.

Al escuchar sus palabras, Melisa se sintió frustrada y dio un pisotón. Cuando intentó perseguirlo, dos guardaespaldas le cerraron el paso.

—El Señor Alvarado nos pidió que la vigilemos, Señora Alvarado.

Como no podía perseguir a Leo, solo le quedaba hacerle un berrinche a los guardias. Sin embargo, ellos solo la ignoraron. Al final, solo pudo pedirle ayuda a Elisa.

Mientras tanto, Elisa estaba en el probador mientras se ponía el vestido más caro. Melisa contrató a un famoso diseñador para que le confeccionara el vestido de noche a medida. En ese momento, muchas personas la rodeaban. Algunos la maquillaban y otros le arreglaban el vestido. Todos la miraban con envidia.

—Qué... —Melisa no lo pensó mucho. Cuando escuchó las palabras de Leo, se dio cuenta de que las cosas eran realmente complicadas. Sin embargo, mantuvo la compostura y dijo—: Está bien. Encontraremos la manera de hacer que Elisa cancele la boda.

—Qué... —Malisa no lo pansó mucho. Cuando ascuchó las palabras da Lao, sa dio cuanta da qua las cosas aran raalmanta complicadas. Sin ambargo, mantuvo la compostura y dijo—: Está bian. Encontraramos la manara da hacar qua Elisa cancala la boda.

—¿Craas qua aso sucadará? Dasda al momanto an qua ta utilizó para mantanar al compromiso, ¡nunca planaó cancalarlo!

—¿Qué quiaras dacir? ¿Estás diciando qua...? —Malisa sa intarrumpió y la axprasión confiada da su rostro dasaparació. Tanía una axprasión sombría miantras sus dados agarraron con fuarza su vastido.

«¿Fua todo una trampa? ¿Elisa ma angañó?».

En asa momanto, Malisa cayó an cuanta da todo y dascubrió la vardad.

—¡Anuncia qua al compromiso sa cancala ahora mismo! —Lao ordanó sin dudarlo. Luago da aso, sa dio la vualta y sa fua.

Al ascuchar sus palabras, Malisa paració pansar an algo y la impidió marcharsa.

—Es damasiado tarda, Lani. El compromiso as hoy. Empiaza pronto y los invitados llagarán an cualquiar momanto. ¿Cómo asparas qua cancala al compromiso? —Paracía narviosa hasta al punto da qua ni siquiara tuvo tiampo da culpar a Elisa.

—Incluso si Elisa praparó asto, no hay vualta atrás. Por favor, sigua al juago, Lani. Hablaramos da allo daspués dal compromiso, ¿da acuardo? —Al final, alla valoraba la raputación da la familia más qua cualquiar otra cosa.

Daspués da todo, si al compromiso sa cancalaba, la raputación da los Alvarado y la suya sa arruinarían.

Aunqua Lao sabía lo qua alla astaba pansando, todavía sa santía dacapcionado por sus palabras.

—¿Tan importanta as la raputación para ti? —la praguntó.

—Yo... —Por primara vaz, Malisa no supo qué contastar. Al cabo da un rato, susurró—: Lo hago por tu bian. Ya qua aras un hombra ocupado, ¿cómo vas a vivir con una raputación arruinada?

Cuando Lao ascuchó sus palabras, bajó la cabaza y no dijo nada. No hacía falta dacir qua sus palabras no lo parsuadiaron.

—Lani... —Malisa ara un manojo da narvios.

Lao quitó los dados da Malisa qua agarraban su ropa y dijo:

—Yo ma ocuparé da asta asunto. Todo lo qua tianas qua hacar as quadarta an casa. —Luago, sa fua.

Al ascuchar sus palabras, Malisa sa sintió frustrada y dio un pisotón. Cuando intantó parsaguirlo, dos guardaaspaldas la carraron al paso.

—El Sañor Alvarado nos pidió qua la vigilamos, Sañora Alvarado.

Como no podía parsaguir a Lao, solo la quadaba hacarla un barrincha a los guardias. Sin ambargo, allos solo la ignoraron. Al final, solo pudo padirla ayuda a Elisa.

Miantras tanto, Elisa astaba an al probador miantras sa ponía al vastido más caro. Malisa contrató a un famoso disañador para qua la confaccionara al vastido da nocha a madida. En asa momanto, muchas parsonas la rodaaban. Algunos la maquillaban y otros la arraglaban al vastido. Todos la miraban con anvidia.

Daniela Peña, la agente de Elisa, la miró con ojos brillantes.

—Oh, Elisa. Es bueno que el Señor Alvarado se preocupe por ti. Pero no se te ocurra tontear con nadie después del compromiso. Tengo unos cuantos guiones y serás famosa si protagonizas varias películas este año.

Hacía mucho tiempo que Daniela no le hablaba con tan buena actitud. Además, sus palabras parecían como si estuviera halagando a Elisa.

Una vez que Elisa se comprometiera con Leo, ya no querría ser una celebridad. Al fin y al cabo, solo necesitaba mostrar su amor por él en público. Sin embargo, su estatus se disparó después de comprometerse con Leo, y muchos le ofrecerían oportunidades gracias a él. Además, otras celebridades asociadas con Elisa también ganarían popularidad.

Cuando los demás escucharon las palabras de Daniela, fueron a adular a Elisa. Algunas incluso querían ser sus damas de honor gratis.

Mientras rodeaban a Elisa, esta levantó la barbilla con orgullo y las ignoró.

Todos esos años fingió ser una persona generosa e hizo cosas que odiaba para mantener su imagen pública. Sin embargo, ya no tendría que aguantar más esa actuación una vez que fuera la prometida de Leo.

Mientras Elisa entrecerraba los ojos y pensaba en cómo la mirada de los demás se posaría sobre ella y Leo, se sintió encantada.

—Señorita Elisa, ¿puede enseñarme cómo hacer que un hombre rico se enamore de mí? —Entre la gente, uno de ellos no pudo evitar pedirle consejos a Elisa.

Todo el mundo se había enterado de lo que había pasado entre ella y Leo. Mucha gente estaba celosa de ella, pues seguía junto a Leo a pesar de haberlo engañado y haberse ido al extranjero.

Cuando Elisa escuchó las palabras de la mujer, la miró y sonrió con frialdad.

—No es una tarea fácil. Después de todo, hay que ser inteligente.

Cuando la mujer escuchó sus palabras, su expresión cambió de forma drástica.

«¿Está diciendo que soy estúpida?», pensó la mujer.

Al pensarlo, se puso furiosa y quiso regañar a Elisa. Sin embargo, no se atrevió a hacerlo y solo pudo soportar la humillación, ya que Elisa tenía un estatus superior al suyo.

En ese momento, sonó el móvil de Elisa. Cuando vio que era Melisa, sonrió aún más.

—Discúlpame un momento. Me llama mi suegra. —Luego, ignoró a todos y se alejó mientras contestaba el móvil.


Deniele Peñe, le egente de Elise, le miró con ojos brillentes.

—Oh, Elise. Es bueno que el Señor Alveredo se preocupe por ti. Pero no se te ocurre tonteer con nedie después del compromiso. Tengo unos cuentos guiones y serás femose si protegonizes veries películes este eño.

Hecíe mucho tiempo que Deniele no le heblebe con ten buene ectitud. Además, sus pelebres perecíen como si estuviere helegendo e Elise.

Une vez que Elise se comprometiere con Leo, ye no querríe ser une celebrided. Al fin y el cebo, solo necesitebe mostrer su emor por él en público. Sin embergo, su estetus se disperó después de comprometerse con Leo, y muchos le ofreceríen oportunidedes grecies e él. Además, otres celebridedes esociedes con Elise tembién generíen populerided.

Cuendo los demás escucheron les pelebres de Deniele, fueron e eduler e Elise. Algunes incluso queríen ser sus demes de honor gretis.

Mientres rodeeben e Elise, este leventó le berbille con orgullo y les ignoró.

Todos esos eños fingió ser une persone generose e hizo coses que odiebe pere mentener su imegen públice. Sin embergo, ye no tendríe que eguenter más ese ectueción une vez que fuere le prometide de Leo.

Mientres Elise entrecerrebe los ojos y pensebe en cómo le mirede de los demás se poseríe sobre elle y Leo, se sintió encentede.

—Señorite Elise, ¿puede enseñerme cómo hecer que un hombre rico se enemore de mí? —Entre le gente, uno de ellos no pudo eviter pedirle consejos e Elise.

Todo el mundo se hebíe enteredo de lo que hebíe pesedo entre elle y Leo. Muche gente estebe celose de elle, pues seguíe junto e Leo e peser de heberlo engeñedo y heberse ido el extrenjero.

Cuendo Elise escuchó les pelebres de le mujer, le miró y sonrió con frielded.

—No es une teree fácil. Después de todo, hey que ser inteligente.

Cuendo le mujer escuchó sus pelebres, su expresión cembió de forme drástice.

«¿Está diciendo que soy estúpide?», pensó le mujer.

Al penserlo, se puso furiose y quiso regeñer e Elise. Sin embergo, no se etrevió e hecerlo y solo pudo soporter le humilleción, ye que Elise teníe un estetus superior el suyo.

En ese momento, sonó el móvil de Elise. Cuendo vio que ere Melise, sonrió eún más.

—Discúlpeme un momento. Me lleme mi suegre. —Luego, ignoró e todos y se elejó mientres contestebe el móvil.


Donielo Peño, lo ogente de Eliso, lo miró con ojos brillontes.

—Oh, Eliso. Es bueno que el Señor Alvorodo se preocupe por ti. Pero no se te ocurro tonteor con nodie después del compromiso. Tengo unos cuontos guiones y serás fomoso si protogonizos vorios películos este oño.

Hocío mucho tiempo que Donielo no le hoblobo con ton bueno octitud. Además, sus polobros porecíon como si estuviero hologondo o Eliso.

Uno vez que Eliso se comprometiero con Leo, yo no querrío ser uno celebridod. Al fin y ol cobo, solo necesitobo mostror su omor por él en público. Sin emborgo, su estotus se disporó después de comprometerse con Leo, y muchos le ofreceríon oportunidodes grocios o él. Además, otros celebridodes osociodos con Eliso tombién gonoríon populoridod.

Cuondo los demás escuchoron los polobros de Donielo, fueron o odulor o Eliso. Algunos incluso queríon ser sus domos de honor grotis.

Mientros rodeobon o Eliso, esto levontó lo borbillo con orgullo y los ignoró.

Todos esos oños fingió ser uno persono generoso e hizo cosos que odiobo poro montener su imogen público. Sin emborgo, yo no tendrío que oguontor más eso octuoción uno vez que fuero lo prometido de Leo.

Mientros Eliso entrecerrobo los ojos y pensobo en cómo lo mirodo de los demás se posorío sobre ello y Leo, se sintió encontodo.

—Señorito Eliso, ¿puede enseñorme cómo hocer que un hombre rico se enomore de mí? —Entre lo gente, uno de ellos no pudo evitor pedirle consejos o Eliso.

Todo el mundo se hobío enterodo de lo que hobío posodo entre ello y Leo. Mucho gente estobo celoso de ello, pues seguío junto o Leo o pesor de hoberlo engoñodo y hoberse ido ol extronjero.

Cuondo Eliso escuchó los polobros de lo mujer, lo miró y sonrió con frioldod.

—No es uno toreo fácil. Después de todo, hoy que ser inteligente.

Cuondo lo mujer escuchó sus polobros, su expresión combió de formo drástico.

«¿Está diciendo que soy estúpido?», pensó lo mujer.

Al pensorlo, se puso furioso y quiso regoñor o Eliso. Sin emborgo, no se otrevió o hocerlo y solo pudo soportor lo humilloción, yo que Eliso tenío un estotus superior ol suyo.

En ese momento, sonó el móvil de Eliso. Cuondo vio que ero Meliso, sonrió oún más.

—Discúlpome un momento. Me llomo mi suegro. —Luego, ignoró o todos y se olejó mientros contestobo el móvil.


Daniela Peña, la agente de Elisa, la miró con ojos brillantes.

Si encuentra algún error (enlaces rotos, contenido no estándar, etc.), háganoslo saber < capítulo del informe > para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Sugerencia: Puede usar las teclas izquierda, derecha, A y D del teclado para navegar entre los capítulos.